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jueves, 22 de diciembre de 2022

La nutrición (el queso) y la depresión.


 


La depresión también muestra relaciones muy significativas con la nutrición. Esto se hace más patente cuando los enfermos son tratados con medicamentos antidepresivos o neurolépticos (antipsicóticos) que pertenecen químicamente a los inhibidores enzimáticos. Al ser inhibidores de enzimas, son incompatibles con ciertas clases de alimentos, por ejemplo, los quesos fermentados, los cuales pueden producir de hecho, graves complicaciones. Se han llegado a observar diferentes sintomatologías como dolores de cabeza, vómitos, taquicardia, elevación de la presión sanguínea etc.

Los bioquímicos opinan que ciertas clases de quesos contienen un aminoácido que se convierte por fermentación bacteriana en Tiramina (aminoácido que ayuda a regular la presión arterial, ocurre naturalmente en el cuerpo y se encuentra en ciertos alimentos.), la cual actúa como tóxico al acumularse en el organismo y no poder ser oxidada. Son precisamente los medicamentos inhibidores de las enzimas, los que impiden esa oxidación. Para las personas que estén bajo los efectos de estos medicamentos, un trozo de pan untado con queso fermentado podría resultar peligroso.

La vitamina B6 y la depresión.

La vitamina B6 es una vitamina hidrosoluble. Las vitaminas hidrosolubles se disuelven en agua por lo que el cuerpo no las puede almacenar y se eliminan a través de la orina, por eso es muy importante incorporarla a nuestra dieta. Es una de las responsables de producir glóbulos rojos ayudando al sistema nervioso a recuperarse en situaciones de estrés y ansiedad. En algunos estados calificados como humor depresivo, se observa también la falta de vitamina B6 que puede corregirse con medicamentos y a largo plazo con una nutrición rica en esta vitamina. Los alimentos que la contienen en abundancia son la levadura, los cereales integrales, el germen de trigo, la soja, las lentejas, los higos, las uvas pasas, las nueces, las espinacas etc.

Concluyendo: No hay nada malo en comer queso (NO ES EL ASESINO SILENCIOSO QUE ALGUNOS TANTO ASEGURAN) siempre y cuando su ingesta se haga de una manera moderada. Muchos se refieren a la curación del queso, como estado de putrefacción. Y que durante este proceso la proteína se pudre o deteriora, se acumulan las grasas saturadas y por ende pierde una gran cantidad de su valor nutricional. Algo similar se podría decir de la fermentación del vino y de otros muchos productos. Sin embargo no es así. Es simplemente una cuestión de sentido común.