Poca gente es verdaderamente consciente del poder de su cerebro y muy pocos lo respetan como un órgano independiente. La mayoría de las personas piensan en su cerebro, irónicamente mientras lo usan. Como un órgano más, al que en ocasiones no le dan la importancia que deberían. Y cuando me refiero a que no lo respetan, lo hago desde la experiencia no empírica de una mayoría que no cuida lo que come, no hace el suficiente ejercicio o ni siquiera llegamos a dormir las horas suficientes.
Subestimamos nuestro cerebro sin darnos cuenta de que la mayor parte del tiempo vivimos en una gran mentira, en una realidad paralela, porque somos capaces de creernos cualquier cosa. En algunas ocasiones con más intensidad que otras, y es muy fácil de demostrar mientras vemos alguna película, serie o simplemente escuchamos una canción, por la manera en la que increíblemente nos emocionamos, sobresaltamos o simplemente nos pueden llegar a cambiar el estado de ánimo. Sin embargo la cosa se pone peor. Cuando nuestro cerebro se queda enganchado a alguna realidad absurda, porque mientras sea lógica y positiva, entre comillas, "todo ira bien". Sobre todas las cosas porque nos empujará a hacer cosas lógicas y positivas. Sin embargo, la vida no es color rosa. Y en algún momento inevitablemente se apoderará de nosotros el dolor, aunque la mayor parte del tiempo, lo que realmente estemos buscando sea la sensación de alivio posterior al dolor y no lo sepamos. Por lo que se sobreentiende que mientras peor la pasemos, mayor será la sensación de bienestar que experimentaremos o la recompensa. Ojo que cuando hablo de pasarla mal, lo hago a nivel espiritual y no experimentando ningún daño físico en nosotros mismos, ni terceras personas. Hablo de pasarla mal, refiriéndome al desarrollo de nuestro subconsciente, para entender lo que nos pasa, desde el sentido común.
Una vida placentera puede que no sea la solución para alguien que entiende que la materia es solo una parte y que sabe que a lo largo de su vida estará más conectado con lo espiritual que con lo material. Puesto que las cosas materiales, se degradan o simplemente pierden su funcionalidad. Y esto se aplica a toda la materia, incluido nuestro cuerpo. Ser feliz con uno mismo, no implica tener el coche más bonito, la casa más grande, cuerpazo y un montón de dinero, aunque ciertamente si ayuda. NO ES ALGO QUE SE DEBA NEGAR. Más si no estás en esa lista de afortunados y te ha tocado estar del otro lado. Da gracias por lo que tienes y disfrútalo, porque mires donde mires siempre habrá alguien que tenga menos y envidiará tu suerte. Así que un buen punto de partida sería, ser consciente de lo que tienes y disfrutar de ello, y ya puestos en la medida de lo posible mejorarlo, teniendo en cuenta que desde el principio no solo estoy hablando de materia, sino también desde un lado más espiritual. No debemos olvidar que la vida no está hecha a trozo y todo está conectado, por lo que todo lo que mejores por una parte inevitablemente alcanzará a la otra.