Nuestra alimentación debe tener un propósito estrictamente nutricional y no solo el de satisfacer el hambre o el simple acto de comer por aburrimiento. Por eso añadir productos a nuestra ingesta calórica diaria porque nos agrada el sabor de algo puede provocar una cierta tendencia a una alimentación desequilibrada para nada saludable a nuestro organismo. Esto es algo básico de primaria, pero saber las cosas y no aplicarlas es el más común de nuestros errores diarios.
Es muy sencillo el prevenir este tipo de faltas. Y para que no tires al trasto toda una tarde de tu sesión de trabajo en el gimnasio, te voy a hacer una sencilla recomendación:
Has del desayuno una de tus comidas más importantes, si ingieres hidratos de carbonos preferiblemente de absorción lenta como pueden ser los cereales combinados con legumbres y proteínas para desayunar. Te garantizo no sentirás esa hambre voraz durante el resto del día ni en ninguna de tus posteriores comidas. Pudiendo merendar con frutas y cenar una ensalada ligera.
A la mayoría de las personas no les apetece comer nada a primera hora, lo sé. Pero eso es tan sencillo como que si te hartas a las 22:00 horas y te acuesta a las 00:00 y teniendo en cuenta que durante el sueño nuestro ritmo cardíaco se ralentiza y con él, evidentemente el sistema circulatorio. Tardarás mucho más en hacer la digestión, porque todo el alimento de la noche anterior, para la mañana siguiente no habrá salido aún del estomago. Así que durante la mañana y probablemente hasta dos horas después de haberte puesto en marcha no sentirás la necesidad de tomar algo más que un café o un zumo de naranja.
Con el consecuente problema de que para cuando te apetezca es muy probable que no tengas nada saludable a mano y empieces a zampar bollería industrial, como si no hubiera un mañana. Entrando en el bucle de comer por comer, porque tienes hambre o simplemente no te dio tiempo a prepararte nada.
A la mayoría de las personas no les apetece comer nada a primera hora, lo sé. Pero eso es tan sencillo como que si te hartas a las 22:00 horas y te acuesta a las 00:00 y teniendo en cuenta que durante el sueño nuestro ritmo cardíaco se ralentiza y con él, evidentemente el sistema circulatorio. Tardarás mucho más en hacer la digestión, porque todo el alimento de la noche anterior, para la mañana siguiente no habrá salido aún del estomago. Así que durante la mañana y probablemente hasta dos horas después de haberte puesto en marcha no sentirás la necesidad de tomar algo más que un café o un zumo de naranja.
Con el consecuente problema de que para cuando te apetezca es muy probable que no tengas nada saludable a mano y empieces a zampar bollería industrial, como si no hubiera un mañana. Entrando en el bucle de comer por comer, porque tienes hambre o simplemente no te dio tiempo a prepararte nada.
Mi consejo:
Si logras hacer un desayuno en condiciones cosa que te tomará algo de tiempo, sobre todas las cosas porque necesitas crear el hábito. Podrás llevarte un taper con ensalada o algunas piezas de frutas. Reduciendo así el centro de atención de tu alimentación al contenido calórico de los alimentos (proteínas, grasas y carbohídratos). Evitando que el hambre te distraiga de cuestiones tan importante como lo son tu salud y estado físico.