Muchos son los días en que nos sentimos un poco más cansado de lo habitual después de llevar unos diez minutos entrenando. Muchos pueden ser los factores y hoy estoy aquí para desde mi experiencia personal sugerirles un ritmo diferente para la ingesta de alimentos y dicha sugerencia la comenzaré desde la cena.
Siempre hemos escuchado decir que la comida más importante del día es el desayuno y no hay menos razón en ello. Sin embargo para cumplir cabalmente con este edicto tan necesario debemos tener una cena muy ligera la noche anterior. Con unas piezas de frutas debería bastar si has comido bien durante el día. Y en este punto es donde entra la necesidad de desayunar correctamente.
Un buen desayuno (huevos con bacón, tostadas, zumo, yogurt) por ejemplo, te hará tomar un almuerzo ligero para cuando llegue la hora de la comida tu apetito tenga unas proporciones moderadas y teniendo en cuenta que durante el día es mucho mayor nuestro desgaste físico por el stress y el trabajo, en ese orden, desayuno y comida seguirán siendo las más importante del día. Para más tarde, la merienda y la cena, ambas cosas ligeras y aunque no menos importantes ha de hacerse de la manera recomendada (ligeras) esto nos ayudará a controlar nuestro peso por no darle un aporte de calorías innecesario al organismo en un horario que para nada le resultará productivo. Y como tienes todos los nutrientes necesarios en el cuerpo, una buena parte de ellos ya digeridos y convertidos en energía por haberlos tomados a primera hora. Cuando llegue la hora del entrenamiento os puedo asegurar que vuestro rendimiento mejorará en un 70%. Si a todo esto añadimos que una cena copiosa afecta al sueño y ralentiza la digestión nos daremos cuenta que con este sistema todo son beneficios.