Nuestro carácter resulta ser el brazo derecho de nuestra Alma. El es el encargado de realizar con sus fortalezas y debilidades la misión que el Alma tiene. En él concurren también todas las consecuencias buenas y malas que hayamos adquirido a través de nuestra educación, experiencia.
Resulta entonces, que cualquier bloqueo emocional o experiencia difícil, modela nuestra personalidad y la condiciona a repetir unas pautas de comportamiento limitadas y erróneas algunas veces, que nos aleja de como realmente nos gustaría ser o hacer las cosas. Así pues el dicho “...soy así, no lo puedo evitar”, refleja claramente la oposición que existe entre lo que querríamos ser y nuestros hábitos adquiridos que condicionan nuestro carácter. Es en este lance, cuando el carácter se debilita y no puede responder a los designios superiores del Alma y entonces somos avisados a través de nuestras enfermedades.
Se observa con frecuencia que determinados caracteres están muy asociados con unas determinadas enfermedades o síntomas típicos. Por ejemplo:
- Carácter crítico e intolerante hay mayor propensión a las alergias.
- Caracteres amargados y resentidos la propensión es hacia enfermedades de tipo reumático.
- Caracteres más coléricos tienden a padecimientos de hígado.
- Los más posesivos y manipuladores tienen tendencia al estreñimiento.
- A los más complacientes y que no saben decir “NO” les suele aquejar debilidad general y cansancio ...
Es lógico pensar que el tratamiento o terapia que se sigan, para curarse de cualquier enfermedad; requiere también de un cambio armonioso de nuestra actitud para alcanzar la sanación completa. La meditación y el deporte apoyan ese cambio; equilibrando nuestra personalidad y alineándola con los designios de nuestra Alma y proporcionándole un gran bienestar a nuestro cuerpo. Concluyendo en que "Lo que no resuelvas en tu mente, tu cuerpo lo convertirá en efermedad"
Fuente. Psicología del deporte. Biblioteca Universidad Miguel Hernandez y otras.